Tiene cuatro mil años y está en Gurnia. Cumple su función como lo hizo el primer día de su primer tiempo.
Une la parte alta de la ciudad con la salida que lleva al mar, permitiendo a través de los siglos, sin discriminaciones, el paso a quienes la transitan, ya fueran sacerdotisas, comerciantes, procesiones ceremoniales, o ahora turistas pegados a un móvil hartos de ver piedras, de sol, y de subir y bajar por ella.
Nadie sabe cómo se llamaba la ciudad a la que pertenece, Gurnia fue un invento que le pusieron los griegos mil años después de que su verdadero nombre se pronunciara por última vez.
Sir Arthur Evans, con más entusiasmo que rigor, lo presupuso todo acerca de la civilización minoica que descubrió en el año 1900. Se considera la más antigua de Europa, la precursora de la griega, la romana, e incluso hay quien dice que de la fenicia, egipcia y de los asentamientos mesopotámicos, porque algunos autores le atribuyen hasta siete mil años. Quizás, sólo quizás.
Hasta el nombre es una licencia arqueológica suya: Minoica viene de la leyenda del rey Minos sobre el que escribió Homero muchos años después de la destrucción de Creta, quizás por un terremoto o por un volcán. Nadie sabe si el monarca fue real.
Tras años de ardua labor Sir Arthur Evans desenterró Cnosos y reconstruyó parte del palacio con mucha ilusión, pero muy poca fiabilidad. Nunca encontraron el laberinto del que hablaban los clásicos. Sólo multitud de pequeñas estancias intercomunicadas, y las famosas hachas de doble hoja “Labrys” en ellas. La palabra laberinto viene de allí.
Lo que sí se sabe es que era una cultura cuyo pueblo no necesitaba defenderse de soldados ni de navegantes. Sus ciudades no tenían torres ni fortificaciones, todas tenían un carácter abierto, y en ellas apenas se han encontrado armas, sólo algunas para uso ritual.
Poseía tres tipos de alfabeto que todavía no han podido ser descifrados.
Los enterramientos se efectuaban de forma colectiva en círculo o en cuevas megalíticas. Eran sencillos tanto para el pueblo como para el rey. Nunca se han encontrado mausoleos fastuosos, ni tan siquiera se sabe el nombre de sus reyes.
Lograron un refinamiento exquisito capaz de crear en el periodo medio, sobre el año 1400 a.c., piezas como esta:
Lo que más me llamó la atención, sin contar con todas las maravillas que guarda el museo de Heraklion, fue una palabra que se repite en casi todos los rótulos, en todas las explicaciones de casi todos los objetos que hay allí.
La fotografié en inglés porque no supe identificarla en griego:
La escalera sigue en la hoy llamada Gurnia haciendo lo que hizo siempre, sostener las idas y venidas de sus transeúntes. Impasible a hipótesis, a dudas y a dataciones.
Quizás se ríe de nosotros porque ella sabe algo que los pobres mortales nunca sabremos. El nombre secreto de su ciudad. Quizás, sólo quizás.
¡Mil gracias por haberme seguido! Da gusto sentarse frente al ordenador y encontrarse gente como tú y tus palabras.
Mucho ánimo! y gracias de nuevo.
Un saludo,
Blogger en crecimiento 🙂
¡Me ha encantado, Carme!
Tengo unas ganas tremendas de conocer Creta.
Besos y versos.
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¡Mil gracias por haberme seguido! Da gusto sentarse frente al ordenador y encontrarse gente como tú y tus palabras.
Mucho ánimo! y gracias de nuevo.
Un saludo,
Blogger en crecimiento 🙂
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Carmen muchas gracias por compartir estas cosas, que me encanta. Feliz miercoles.
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Gracias ti por visitarme, Junior!
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Gracias a ti por visitarme.
De otro Blogger en crecimiento!
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Es una isla hermosa en todos los sentidos! Un beso, Chelo.
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Grecia y todas sus islas, al igual que los países nórdicos, son los lugares de la Tierra que más ansío conocer. Un abrazo, y nos seguimos leyendo 😉
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No te defraudaran. Son mucho más que islas.
Un abrazo.
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