Una de las ventajas de viajar en mayo es que hay poco turismo y a veces tienes la gran suerte de encontrar a alguien que te explica las cosas en exclusividad. Así pasó en el Palacio de los Papas de Viterbo. La historia empieza así:
Corría el año 1268. El Papa Clemente IV acababa de fallecer en Viterbo, que era en dónde estaba la sede papal, y como era la costumbre veinte cardenales (en este caso diecinueve) se reunieron en la ciudad para determinar quién sería el próximo Papa. La decisión no era fácil porque estaban divididos entre los partidarios del rey de Nápoles, Carlos de Anjou, que favorecía a Francia, y la elección de un Papa italiano afín a los intereses de Roma. Las votaciones se hacían diariamente, pero no se ponían de acuerdo. Así pasó casi un año.
Para la ciudad de Viterbo el coste de aquella indecisión empezó a ser inasumible porque cada cardenal vivía en un palacio de la ciudad acompañado por un numeroso séquito de servidores, soldados y familiares, y su toda su manutención junto con su pompa y boato corría a cargo de la ciudad. Los cardenales entraban y salían libremente para ir a votar al palacio cada día. Para forzar la decisión Alberto de Montebuono, en compañía del Capitán del pueblo Raniero Gatti, ordenó la clausura de los purpurados para aislarles del ruido del mundo en lo que hoy se conoce como Sala de los Papas.
De ahí viene lo que ahora se conoce como cónclave (“clausi cum clave”). Tampoco funcionó y los magistrados optaron por racionarles los alimentos y el agua. No solo eso, también se retiró parte del techo para que estuvieran expuestos a los rigores climatológicos del Lazio italiano, muy caluroso en verano y extremadamente frío en invierno. La tradición oral dice que las condiciones higiénicas eran penosas y que era muy frecuente ver a los cardenales hacer sus necesidades por las ventanas. Tres de ellos murieron, pero nada cambió.
Con los recursos de la ciudad agotados, en septiembre de 1271, casi tres años más tarde, Felipe III de Francia obligó de una manera «enérgica» a formar un comité de seis cardenales. A las dos horas decidieron.
Tebaldo Visconti sería el nuevo Papa. No importó que no fuera sacerdote ni que en aquellos momentos se encontrara en Tierra Santa, en plena octava cruzada. El 27 de marzo de 1272, tres años y cuatro meses después, se proclamó Papa con el nombre de Gregorio X.
Una de las primeras medidas de su ministerio fue promulgar la constitución Ubi periculum, que regulaba el sistema de elección de Papa por los cardenales obligándoles a un encierro de diez días después de la muerte del pontífice restringiendo progresivamente la cantidad de alimentos hasta que se tomara la decisión. Así se instauró definitivamente la figura del cónclave que en muchos de sus aspectos se mantiene hasta nuestros días.
Cuando la guía acabó de enseñarnos el sitio histórico, aún alucinados por el entorno y por la historia nos habló muy bajito, casi al oido, a pesar de que sus oyentes éramos solo dos y nos dijo:
Según la tradición oral, la sala del cónclave es esta, pero en 2014 se descubrió por casualidad otra estancia que tiene muchas posibilidades de ser la real. Yo no les he dicho nada.
Conseguí encontrar la noticia y la foto en internet. Fue una lástima porque eso te hace dudar de la verdad. Si es que hay verdad y mentira.
Porque como decía Napoleón: «¿Qué es la historia? Una sencilla fábula que todos hemos aceptado».
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Gracias, loshame! Un abrazo!
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Mira mi último artículo ☺
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OK! Gracias!
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Un relato, histórico o no, de enorme interés, Carme. No me he perdido ni una línea, ni siquiera esa donde explicas o la historia explica, eso de las necesidades de los concurrentes y las ventanas.
Saludos
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Se dice que todo es verdad, pero con la historia nunca se sabe…
Gracias por pasear por el campo de lavanda. Un beso.
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Me ha encantado la historia.
No sé los demás, pero estaría genial que en las fotos hubiera pie de foto para saber de qué se tratan.
Es un placer leerte.
Alberto Mrteh (El zoco del escriba)
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Tienes toda la razón. Me lo apunto. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
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Muchas gracias, Enrique! Un beso.
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muy buena información y excelente relato
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Gracias, Garabatos. la historia es alucinante, siempre supera a la ficción. Gracias por leerme. Un beso.
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