«Para llegar a ser verdaderamente inmortal, una obra de arte debe escapar a todos los límites humanos: la lógica y el sentido común solo interfieren». G. de Chirico (1888-1978).

La tristeza de la primavera (1970)
Maniquíes sin cara, plazas italianas, baños misteriosos, jardines amueblados. En la pintura de G. de Chirico todo es posible. Los hombres se convierten en objetos y los objetos se convierten en dioses mientras la arquitectura y la mitología dialogan.
A Giorgio de Chirico se le considera el padre de la pintura metafísica porque explora el mundo interior a través de los objetos cotidianos, porque conecta directamente con lo simbólico y con el inconsciente. Se le considera inspirador de Dalí, R. Magritte, Andy Warhol, del Pop Art.
Cuando paseas por entre las 142 obras: cuadros, dibujos, esculturas que ahora se exponen en el Caixaforum de Barcelona , primero llama la atención la belleza de sus retratos realistas, pero cuando vas un poco más allá te encuentras con su autoretrato. En él va ataviado con una túnica clásica como única vestimenta.

Autoretrato (1949)
A partir de aquí las cosas empiezan a cambiar. Poco a poco vas entrando en un sueño. Un sueño a la vez extraño y conocido, de lineas rectas y sobrias. Sientes como si ya hubieras estado allí, en plazas vacías llenas de sombras imposibles y de luces congeladas. Pierdes la sensación de tiempo, eso es algo que inquieta, pero que también tranquiliza.
Aparecen maniquíes como personificaciones de los mitos griegos. Musas sin cara y de cabezas ovales y lisas, pero que conservan los atributos que las identifican: la vara de Melpómene como Musa de la tragedia y la careta roja de Talía, la Musa de la comedia. Están inmóviles, como si fueran los decorados de un teatro.

Las Musas inquietantes (1947)
Vemos una pareja con cabezas ovoides que están sentados en sillones y que van vestidos con túnicas griegas. Dentro de ellos, junto a sus corazones, se guardan templos, puentes, ríos, libros… Por la delicada postura de sus brazos sentimos el respeto y la protección que les profesan. Son «Los arqueólogos».

Los arqueólogos (1927)
En el espacio central de la exposición, entre las arcadas de la sala y colocadas a modo de ágora griega, se descubren algunas de sus esculturas.
Brillan, Los focos halógenos del techo hacen que proyecten mil luces y sombras. Una de estas esculturas representa a un toro con cuerpo de hombre, ¿o es un hombre con cabeza de toro? Está situado delante de un templo, pero rodeado de ruinas. Su título nos adentra aún más en su misterio.
Minotauro arrepentido (1969)
Poco a poco despertamos, vamos volviendo a la realidad que ahora parece un poco más amable. Siempre pasa eso después de soñar.

Plaza de Italia con fuente (1968)
Un día G. de Chirico escribió: «Hay más misterio en la sombra de un hombre caminando en un día soleado, que en todas las religiones del mundo».
…
Sueño o realidad. Giorgio de Chirico. Caixaforum Barcelona (19 de julio al 22 de octubre 2017)
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