La primera exposición que he visitado después de casi tres meses de confinamiento fue la de Caixa Forum en Barcelona «Objetos de deseo. Surrealismo y diseño». Sí, el surrealismo está bien para empezar, como mínimo es coherente con la situación que estamos viviendo.

Mascarilla, acceder por las zonas habilitadas. No hizo falta mantener la distancia de seguridad, no había nadie. Gracias a ello tuvo una atención personalizada, una de las azafatas del museo me hizo una visita guiada en exclusiva. En el fondo una delicia.

La muestra está dividida en cuatro partes de las que destaco algunas obras:
Sueños de modernidad:

Imagen y arquetipo:

Piero Fornasetti. Platos decorados (1950)

Erotismo:

El pensamiento Salvaje:

En el surrealismo se fuerzan los límites entre la realidad y la ficción. Una forma o un objeto no tiene porqué siempre ser lo que parece. Como la obra de los hermanos Campana, parece una cabaña, pero es una estantería a la que solo se puede acceder metiendo las manos entre la cortina de rafia.
Lo importante son las emociones humanas, lo irracional, la provocación. El absurdo en la vida cotidiana y en el día a día.

Su ideal de belleza lo describió el Conde de Lautréamont: «Bella (…) como el encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección».
Su fuerza vital, su sentido profundo está en el binomio Eros-Tánatos, la relación entre la vida y la muerte. ¿O acaso no es absurdo nacer para morir irremediablemente?