Cuando no había relojes, el sol y la naturaleza señalaban el paso de las horas.
Todos los seres vivos tienen un ritmo que va variando según el momento del día, sobre todo el de las especies botánicas, este hecho da una información valiosa sobre algo tan preciso como es la hora.
Carlos Linneo (Rashult, 1707- Upsala, 1778) fue un científico, botánico y naturalista, especializado también en farmacia y medicina. Él creó la nomenclatura científica de todas las plantas conocidas en su día. Su tratado «Species Plantarum» (1753) nació de la necesidad de designar nombres universales para las especies, pues en cada pueblo, en cada país las plantas y las flores se llamaban de distintas maneras. Lo hizo usando el latín, poniendo en primer término el género escrito en mayúsculas y en segundo el nombre específico en minúsculas. Así se formó la guía universal del nombre de las plantas que se utiliza hoy en día.

Una mañana paseando por el campo observó que cada flor se abría en un momento determinado y que era posible saber la estación del año, el mes y la hora exacta según el ritmo de apertura de las mismas. Esto tenía algunas variaciones según el lugar y el clima, pero funcionaba con tanta exactitud que le permitió crear un reloj hecho exclusivamente con flores.
En la naturaleza todo tiene propósito y sentido. Las flores se van abriendo a la luz según el biorritmo de los insectos que las polinizan.

El reloj floral está dividido en dos partes. En el lado izquierdo, empezando a las seis, se encuentran las plantas que se abren por la mañana. Algunas de estas serían:
5 y 6: achicoria, amapola y calabaza.
6 y 7h: crepis rubra, enredadera.
7 y 8h: lirio de la hierba, nenúfar, tusílago, alquimia, hipérico.
8 y 9h: anagalis, calta palustre, centaurea.
9 y 10h: betónica silvestre, margarita, caléndula.
10 y 11h: anémona de tierra, vinagrera, spergularia.
11 y 12 horas: tigridia, cerraja, aizoácea.

En el lado derecho, empezando por las doce:
12 y 13h: caléndula, petrorhagia.
13 y 14h: anagalis, hieracium.
14 y 15h: achicoria, diente de león, calabaza.
15 y 16h: lirio de hierba, tusílago, hieracium rojo.
16 y 17h: dondiego de noche, vinagrera, nenúfar.
17 y 18h: amapola.
Es un reloj bastante fiable, seguro que en el pasado muchas personas ya sabían leer en las flores lo que pasaba a su alrededor.
Hay una poesía de Jorge Guillén (1893-1984) que relaciona la naturaleza con el paso de las horas.
Las doce en el reloj:
Dije: Todo ya pleno.
Un álamo vibró.
Las hojas plateadas
Sonaron con amor.
Los verdes eran grises,
El amor era sol.
Entonces, mediodía,
Un pájaro sumió
Su cantar en el viento
Con tal adoración
Que se sintió cantada
Bajo el viento la flor
Crecida entre las mieses,
Más altas. Era yo,
Centro en aquel instante
De tanto alrededor,
Quien lo veía todo
Completo para un dios.
Dije: Todo, completo.
¡Las doce en el reloj!
Jorge Guillen
No en vano para Guillén la plenitud del ser humano es estar en el mundo contemplando gozosamente la naturaleza.
👍Genial este post. La naturaleza nos acompaña.
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Hermoso. Procuremos vivir en armonía con la Naturaleza.
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Si queremos sobrevivir no hay otra solución. Gracias, Wim.
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Sí, la naturaleza nos acompaña y nos guía, lástima que le prestemos tan poca atención.
Gràcias, Max.
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Gracias Carme por esta entrada, me gustó mucho, deja muy claro como se maneja la Naturaleza con el tiempo, no el creado por el hombre sino el natural. Un abrazo
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Muy curiosa tu entrada y para mí enamorada de las plantas más aún. Un abrazo.
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Muchas gracias! Es realmente hermoso orientarse por las flores! Un abrazo.
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Gracias a ti, Themis! Muy contenta de verte por aquí. Un beso.
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Muchas gracias por este magnífico post, Carme.
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Gracias a ti, Isabel, por compartirlo conmigo.
Un beso.
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