Juan Ramón Jiménez (1881-1958) tiene dos poemas preciosos uno habla del ser y el otro habla de la muerte.
La poesía no tiene porqué entenderse, no se puede corregir. Se siente, penetra, aunque carezca de sentido. El sentido se lo da el que la recibe, siempre es para él aunque hable de complicidades, de experiencias de otras personas.
Yo no soy yo
Yo no soy yo.
Soy este
que va a mi lado sin yo verlo,
que, a veces, voy a ver,
y que, a veces olvido.
El que calla, sereno, cuando hablo,
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy,
el que quedará en pie cuando yo muera.

La muerte bella
¿Que me vas a doler, muerte?
¿Es que no duele la vida?
¿Porqué he de ser más osado
para el vivir esterior
que para el hondo morir?
La tierra ¿qué es que no el aire?
¿Porqué nos ha de asfixiar,
porqué nos ha de cegar,
porqué nos ha de aplastar,
porqué nos ha de callar?
¿Porqué morir ha de ser
lo que decimos morir,
y vivir sólo vivir,
lo que callamos vivir?
¿Porqué el morir verdadero
(lo que callamos morir)
no ha de ser dulce y suave
como el vivir verdadero
(lo que decimos vivir?)

La poesía es una vibración que se hace carne sin pasar por el cerebro.
Gracias. Es bonito comenzar así el día. Un saludo.
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Gracias a ti por leerlo. Un abrazo.
Carme.
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Muy hermosos poemas. Gracias. Un cordial saludo.
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Muchas gracias a ti por leerme.
Un abrazo
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