W. Bouguerou

Dante y Virgilio en el octavo círculo del infierno. Bouguerou

En un primer plano, tan cerca que casi puedes tocarlos, un hombre condenado muerde a otro en el cuello, le retiene violentamente sujetándole por el brazo y le clava las uñas en el pecho. Es Gianni Sichicchi, está en el octavo círculo del infierno de Dante, el de los falsificadores de personas, cosas, dinero y palabras, por haber suplantado la personalidad de un muerto para beneficiarse de sus bienes.
El hombre al que agrede es Capocchio, famoso hereje y alquimista que no consiguió convertir nunca los metales en oro, pero que se benefició de ello. Este apenas puede defenderse, solo consigue tirar de los cabellos a su adversario.
Gustave Doré también ilustró la escena en sus grabados:
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Pero en el cuadro de 1850 William Bouguereau (La Rochelle, 1825-1905), que se exhibe en el  Museo de Orsay, está pintado con sumo realismo y con una técnica inmejorable.
Es la escena de la Divina Comedia en donde Dante y Virgilio entran en el octavo círculo del infierno y observan a los condenados:
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Bouguerou los representa en el lado izquierdo de la pintura. Dante apoya su mano en Virgilio como protegiéndolo de la brutalidad de la lucha mientras que un demonio alado, con los brazos cruzados y sonrisa irónica  los contempla.
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Los colores son cálidos, rojos, marrones y negros, son los colores del infierno, también los de los personajes, los de Dante y Virgilio y sobre todo de lo que centra la atención del cuadro, las cabezas de los luchadores, sus cabellos intensamente pelirrojo y negro.
La luz incide en tres puntos: Los dos hombres en el centro, en el fondo del cuadro y a la derecha en donde se representan las llamas del infierno.
Se representan diferentes clases sociales:
Dante y Virgilio como los intelectuales. Dante como poeta y artista, Virgilio coronado de laurel como filósofo. Ellos no participan, solo contemplan.
El diablo está por encima de todos, es el más poderoso, el que ríe y puede destruir a los hombres, mira con malos ojos a los intelectuales que con sus ideas pueden ayudar a los hombres a salir del caos.
Mientras, la gente del pueblo se mata, se devoran entre ellos y se consumen entre las llamas.
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Lo más curioso es que W. Bouguerou era un pintor de obras religiosas, mitológicas y sentimentales. Pintaba niños en escenas cotidianas, angelotes, mujeres tímidamente eróticas. Realizó más de ochocientas pinturas.

En «Dante y Virgilio» hay fuerza, dureza, sensualidad, incluso tensión sexual. 
Nunca volvió a pintar algo así.