MARINA TSVIETAIEVA (1892-1941). «Mi madre y la música»

«Al niño no hay que explicarle nada, al niño hay que hechizarlo»

Marina Tsvietaiva escribió «Mi madre y la música» en 1934. En él recuerda su infancia y evoca la presencia de su madre,  muerta cuando ella tenía doce años, a través de las notas del piano. Todo el relato es un ejercicio de refinamiento tan sensible y tan certero que parece una partitura más que un libro. Recrea la figura de su madre como una mujer muy tierna, pero muy exigente a la vez.

» Mi madre se alegraba de mi oído y, sin proponérselo, me elogiaba por él, pero inmediatamen­te después de cada «¡Bravo!» que se le escapaba, añadía con frialdad: «Por lo demás, no es mérito tuyo. El oído – viene de Dios». Así se me quedó grabado para siempre, que el mérito no es–mío, que el oído- viene de Dios. Esto me preservó tanto de la arrogancia como de la no confianza en mí misma, de cualquier tipo de petulancia en el arte–ya que el oído viene de Dios. «Lo tuyo es–el empeño, porque todo don divino puede ser arruinado»–decía mi madre por encima de mi cabeza de cuatro años, que evidentemente no comprendía y–por eso– lo retenía todo de ma­nera que luego fuese imposible borrarlo. Y si no arruiné mi oído, no sólo no lo arruiné yo: no permití a la vida que lo arruinara ni lo asfixiara (¡y cómo lo intentó!); de esto también es responsa­ble mi madre. Si con mayor frecuencia las madres dijeran cosas incomprensibles a sus hijos, estos hijos, al crecer, no sólo comprenderían más, sino que actuarían con mayor seguridad. Al niño no hay que explicarle nada, al niño hay que hechizarlo. Y mientras más enigmáticas sean las palabras del hechizo más profundamente arraiga­rán en él, más indiscutiblemente actuarán: «Padre nuestro que estás en los cielos…»

Marina nunca se dedicó a la música, escribió libros de poemas, obras de teatro, es famoso el libro que recoge su correspondencia con Pasternak y Rilke: «Cartas del verano de 1926». También escribió en prosa: Diarios de la Revolución (1919). Mi Pushkin (1937), y «Mi madre y la música», del que procede el fragmento anterior.


tsvietaieva

Su vida fue trágica. Estuvo marcada por el gulag al no simpatizar con el régimen comunista. Perdió a su marido al ser arrestado. Su obra fue condenada al ostracismo y ella enviada al destierro, siéndole imposible encontrar vivienda ni trabajo y teniendo que dejar a su hija Irina en un orfanato en donde murió de hambre debido las malas atenciones recibidas. Años más tarde escribiría a su otra hija Ariadna (Alia):

 “Algún día, criatura encantadora, para ti seré sólo un recuerdo,
perdido allá, en tus ojos azules,en la lejanía de tu memoria.”

Marina Tsvietaieva se suicidó por ahorcamiento el día 31 de agosto 1941. Dicen que se colgó de la misma cuerda con la que llevaba atada su maleta de viaje.

Una parte del archivo sobre Marina estuvo oculta hasta el año 2000 por deseo de su hija Ariadna.

«El frío manantial del olvido, es el mejor alivio al fuego del corazón».

Pushkin

«Mi madre y la música»

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