Pintura

Joan Miró. El hombre que viajaba con una algarroba.

Joan Miró nació en Barcelona en 1893, pero el Joan Miró pintor nació en Mont Roig del Camp en 1911. En Barcelona pasó los primeros años de su vida estudiando comercio y trabajando en una droguería, pero él quería pintar y su padre aceptó que se matriculara en la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona (La Lonja) como mero pasatiempo.

Aquella contradicción vital le hizo enfermar y en 1911 sufrió unas fiebres tifoideas que le obligaron a cambiar de aires y mudarse a la casa familiar de Mont Roig del Camp. Fue allí, rodeado de almendros, viñas, chumberas y algarrobos en donde nació Joan Miró pintor. La decisión estaba tomada y no hubo vuelta atrás. Él se trasladó a vivir a Mallorca, pero durante todos los veranos de su vida ( menos durante los años de la guerra civil) de junio a septiembre vivió y pintó en Mont Roig hasta 1976.

La Masía (1921)

En «Yo trabajo como un hortelano» 1963, un pequeño libro, pero una gran obra, Miró explicó su experiencia personal y artística allí:

» Para mí, un objeto es algo vivo. Este cigarrillo, esta caja de cerillas contienen una vida secreta mucho más intensa que ciertos seres humanos. Ver un árbol me genera un impacto, como si fuese alguien que respirara, que hablara. Un árbol también es algo humano».

https://enelcampodelavanda.wordpress.com/2019/01/16/yo-trabajo-como-un-hortelano-el-testamento-creativo-de-joan-miro/

En Mont Roig del Camp se encuentra la Fundació Mas Miró y en ella la masia, el taller, la capilla, la alberca, el pozo, los campos, los algarrobos en los que se inspiró.

Todo está tal cual lo dejó, sus últimos esbozos dibujados en la pared del estudio, su bata azul manchada de pintura, hasta el calendario congelado en el verano de 1976.

Cuando paseas por la finca lo entiendes, aquel paisaje, la luz, los olores, poseen una magia que te ancla allí, que hacen que no te quieras ir. Y eso que la autopista pasa rozando la casa, recordando que los tiempos cambian, que el futuro no espera. Para atenuar su impacto se han colocado grandes paneles que disminuyen el sonido del tránsito, se ven, pero no importa, también se oyen los pájaros, se huelen los higos chumbos caídos y se ven infinidad de algarrobas tapizando el suelo.

Podría hablar de las obras que hizo allí, de la iglesia del pueblo, del paraje de la Ermita de la Roca, pero lo que más me acercó a él en su paisaje fueron las algarrobas.

Decían que cuando Joan Miró viajaba, siempre, siempre, llevaba en la maleta un sobre con una de las algarrobas de Mas Miró, que eso le inspiraba, que solo el hecho de tocarla le transportaba a su origen.

Las algarrobas no huelen, pero son suaves y calentitas en ellas se encierra la vida de los futuros árboles, el poder de la vida y de la creación.

«LA MANO GUIADA». EL ARTE DESDE EL INCONSCIENTE

La mano guiada es el nombre de la exposición de la obra de dos mujeres que acoge el MNAC entre 15 julio y el 4 de noviembre de 2023. En ella se presentan cuadros, dibujos, textos y bordados de Josefa Tolrà (Cabrils, 1880-Cabrils,1959) y de Magde Gill (Walthamstow,1882-Londres,1961). Es una muestra muy poco habitual porque ambas fueron médiums, pintaron sus cuadros y bordaron sus tapices en estado de trance, de ahí el título: “La Mano Guiada” sus manos fueron el canal por el cual se expresaron los espíritus.

Magde Gill
J1osefa Tolrà

Ninguna de las dos pretendió durante su vida pintar o exponer, jamás pensaron que sus trabajos llegarían a ser exhibidos en museos como el Prado, George Pompidou o Albertina.

En las vidas de Josefa Tolrà y de Magde Gill hay muchas similitudes. Nacieron en la misma época, murieron a la misma edad (79 años); ambas tuvieron tres hijos y perdieron a dos de ellos, lo que las afectó profundamente y las animó a pintar, a escribir y a tejer. Las dos eran mujeres humildes, casi analfabetas.

Josefa Tolrà
Magde Gill

Sus pinturas se parecen, de hecho, en el cartel que las presenta hay una cara hecha con la mitad de un dibujo de cada una que, aunque son diferentes, forman una perfecta unidad.

Aprovechando esta similitud las obras están colocadas en la sala de manera intercalada, como proponiéndonos un juego de adivinación para que acertemos qué obra es de una y qué obra es de la otra.

J. Tolrà
M. Gill

Nada es casual, Los cuadros están dispuestos en salas pequeñas con paredes en tonos tenues para dar la impresión de que estamos en una habitación, que era en donde ellas dibujaban, en el salón de su casa o en la cocina.

En un primer momento los organizadores pensaron poner niebla artificial para dotar al espacio de un aire misterioso, para resaltar lo onírico, lo oculto, pero por razones técnicas no se pudo hacer y se buscó otra solución: colgaron en el techo paneles de un tejido especial semitransparente que consigue transportarnos a ese mundo mágico y espiritual.

Es una exposición que no deja indiferente a nadie porque hace reflexionar, entrar en los dibujos, reconocer algo tuyo en ellos.

Al salir supe lo que era, recordé cuando los teléfonos eran fijos y para hablar uno se tenía que sentar en una silla al lado del aparato y no podía moverse durante un buen rato, si tenías un papel y un bolígrafo cerca, la mano se te iba sola, guiada sin pensar, y dibujaba líneas, cuadrados, espirales…

M.Gill

Ellas crearon obras de arte con sus manos guiadas, llegaron a nosotros a pesar de los prejuicios de principios del siglo XX hacia las mujeres, hacia las personas que pertenecían a una determinada clase social, hacia el tema esotérico.  Fueron unas precursoras de la pintura intuitiva. 

Aunque fueron coetáneas y tuvieron vidas tan parecidas nunca supieron la una de la otra. No se conocieron ni coincidieron jamás.

En tu abrazo yo abrazo lo que existe

Un día el pintor Juan Genovés ( Valencia, 1930- Madrid 2020) estaba trabajando en su estudio y se le ocurrió bajar un rato a la calle, vivía al lado de una escuela y a veces se paraba delante para observar como jugaban los niños en el patio. Vio como salían entre gritos, alborotados. Se abrazaban. No supo el porqué de aquella manifestación, de aquella alegría y necesidad de unión, en realidad no importaba.

Ese fue el principio de su obra «El abrazo» (1976) y en aquel momento histórico, en el que el país empezaba a salir de la dictadura, significó la necesidad de reconciliación de las dos Españas, de los opuestos.

El cuadro se convirtió en un símbolo, incluso se hicieron carteles con su imagen para pedir la amnistía de los presos políticos. Uno de esos carteles colgaba en la pared del gabinete de abogados sindicalistas el día de la matanza de Atocha.

Juan Gironés realizó una escultura para recordar a los abogados asesinados la noche del 24 de enero de 1977. Desde 2003 se puede ver en la plaza Antón Martín de Madrid. El cuadro original está en el Congreso de los Diputados para recordar lo que nunca ha de volver a pasar.

Dicen que para un abrazo son necesarias dos personas, pero quizás no siempre, a veces abriendo los brazos puedes llegar a abrazar el sol y recibir su calor. Sí, como la persona de la derecha del cuadro que se entrega a la nada, a todo lo que está por venir.

Extr. Soneto VIII de Pablo Neruda.

...En tu abrazo yo abrazo lo que existe,
la arena, el tiempo, el árbol de la lluvia,
y todo vive para que yo viva:
sin ir tan lejos puedo verlo todo:
veo en tu vida todo lo viviente.

Picasso (1900)


LLanto. Ira. Ternura. La capilla del hombre

Oswaldo Guayasamín (Quito, 1919-Baltimore 1999) fue un pintor expresionista ecuatoriano cuya obra consigue revolver lo humano y lo divino.

“Mi pintura es para herir, para arañar y golpear en el corazón de la gente”.

Sus cuadros reflejan el horror, el dolor y la miseria. Son violentos, a la vez que denuncian la violencia, están en lucha cuando sus figuras están en guerra. Gritan, se quejan del espíritu humano, de sus abusos, de la infancia maltratada por el hambre y por el hombre. Sí aterrorizan, pero a la vez atraen.

Fue un autor prolífico cuya obra transita por tres etapas: «Huacayñan» (Camino del llanto).

«La edad de la ira». Atormentada, comprometida, impactante.

Y ya en los últimos años de su vida en «La edad de la ternura» también llamada «Mientras vivo siempre te recuerdo» dedicada a su madre, a todas las mujeres y a la inocencia de los niños.

«Mi madre era como el pan recién salido del horno. Me dio las dos vidas que tengo. Era y sigue siendo una tierna poesía…”

Guayasamín en 1995 inició un proyecto cultural en Quito que recogería parte de su obra, su casa taller en donde vivía y trabajaba, y su tumba. Lo llamó «La Capilla del hombre», en ella no se invocaba a Dios sino a los seres humanos con sus grandezas y sus miserias. A la vez reivindicaba el continente americano, su fundación y su unidad. Contiene obras de gran formato en un espacio tan sobrecogedor como el arte que acoge.

Guayasamín no lo pudo ver acabado. El 10 de marzo de 1999 murió de un infarto en Baltimore, aquel mismo día mientras se realizaban unas obras en el recinto se descubrieron 13 tumbas prehispánicas y una importante área arqueológica dentro del complejo. La capilla del hombre fue inaugurada en 2002 y declarada por la UNESCO como Proyecto prioritario para la cultura y Patrimonio cultural del estado ecuatoriano. Dentro de ella siempre está prendida la llama por la Paz y los derechos humanos. Él reposa junto al árbol de la vida.

” Siempre voy a volver. Mantengan encendida una luz”.

QUITO: LA CAPILLA DEL HOMBRE DE OSWALDO GUAYASAMIN - YouTube

“Pese a todo no hemos perdido la fe en el hombre, en su capacidad de alzarse y construir; porque el arte cubre la vida. Es una forma de amar”

Leng Jun. La fuerza de lo real

Hay quien dice que el hiperrealismo no es arte, que tan solo es una reproducción muy bien conseguida de la realidad.

Solo hay que ver la obra de Leng Jun (Sichuan, China, 1963) para opinar lo contrario. Si hubiera sido un pintor del pasado que reprodujera escenas religiosas o épicas se le podría comparar con Miguel Ángel o Caravaggio.

Él no copia, crea de nuevo el mundo. Cuando empezó a pintar, en la escuela secundaria, en China no existían los óleos, un amigo le proporcionó las pinturas y para él fue un descubrimiento que le permitió pintar bodegones, objetos cotidianos, composiciones abstractas, para acabar con lo que él consideraba más difícil, retratar personas.

“Quiero llevar mi trabajo como artista y mis habilidades pictóricas a un nivel superior […] ¿Qué es lo más difícil de pintar? Sin duda pintar personas. Aunque me gusta pintar naturaleza muerta y materiales distintos, al estar estáticos y sin aparentes cambios en relación al tiempo, no hay ningún grado de complejidad en pintarlos. Pero en el caso de las personas, las emociones que puede representar hasta el mínimo cambio en una facción hacen que sea muy difíciles pintarlas. “

En 2004 con su obra «Mona Lisa» consiguió alcanzar el reconocimiento mundial. No hizo una copia, transportó el cuadro de Leonardo a la época actual.

Hay quien dijo que era tan perfecto que quizás su obra estaba realizada sobre fotografías. Pero hay muchos videos que demuestran como trabaja.

Hoy se le considera el mejor pintor hiperrealista del mundo.

¿Quién puede decir que no es arte conseguir captar una mirada como la de esta mujer? Es una mirada que te mete dentro de sus emociones, que te permite intuir lo que le preocupa, saber quien es, ver lo que ella ve.

Y es que en la mirada está la fuerza y la verdad.

Amad el arte, entre todas las mentiras es la menos mentirosa.” Gustave Flaubert




Del circo al Metropolitan Museum de Nueva York. Suzanne Valadon

Esta es la historia de una mujer que siempre hizo lo que quiso. Se llamaba Suzanne Valadon (Haute-Vienne, 1865-Paris)

Nació en una familia humilde, su madre se fue a Paris cuando enviudó para trabajar de lavandera. A los dieciséis años tuvo un hijo al que le puso el apellido de un amigo y que luego sería el famoso pintor Maurice Utrillo.

A ella le gustaba el circo y consiguió ser trapecista en el Circo Medrano de Pigalle en donde se concentraba la Bohemia parisina. Allí conoció a Toulouse-Lautrec, Degas, Renoir que la admiraban por su talento con las acrobacias y por su belleza, pero un día una fatal caída acabó con su sueño y tuvo que dejar el circo. Sus amigos pintores la ayudaron a sobrevivir proponiéndola que posara como modelo.

Lavandera (Toulouse-Lautrec, 1884-1888)
La trenza (Auguste Renoir, 1886)
Mujer en la tina (Edgar Degas, 1886)

Las largas horas que pasó posando en los estudios hicieron posible que observara las técnicas, los materiales, los trazos de los artistas. Así aprendió a pintar. Degas la animó y la aceptó como alumna. Ella misma fue la modelo de sus propios cuadros, pintó su cuerpo, su «toilette», el baño de su hijo, pero sobre todo cuerpos femeninos desnudos.

En sus pinturas refleja pasión y su libertad, pronto estas son reconocidas en los ambientes artísticos de París por su naturalidad y por los trazos negros que perfilan las figuras dándoles fuerza. En 1894 cinco de sus dibujos se exponen en el salón de La Nacional.

En 1896 se casa con un agente de cambio y bolsa, `pero se separa unos años después para irse a vivir con un amigo de su hijo, mucho más joven, el pintor André Utter, al que retrata innumerables veces desnudo, lo cual fue un escándalo en aquel momento porque no era habitual pintar desnudos masculinos.

Uno de sus cuadros más celebres fue Adán y Eva (1909) en donde aparecen los dos juntos.

André no triunfa como pintor, pero hace de marchante de Suzanne y ayuda a que su obra sea reconocida, también representa al hijo de esta Maurice Utrillo.

En 1910 Suzanne amplia la temática de sus cuadros, pinta escenas familiares, paisajes, animales…

Retrato de familia (1912)

En 1914 movilizan a Utter en la Gran Guerra y justo antes de despedirse se casan. Cuando vuelve del frente se mudan a una mansión, tienen coche y una cabra en casa para que se vaya comiendo los dibujos y borradores desechados.

El tiempo pasa y la relación también termina, los últimos años de su vida los pasa junto a Gazi, un amigo al que conoció como guitarrista en un bar.

Suzanne Valadon muere en Paris el 7 de abril de 1938 a los 72 años en la ambulancia que la trasladaba al hospital tras haber tenido una hemorragia cerebral.

A su entierro en el cementerio de Saint-Ouen acudieron muchos de sus compañeros y amigos, André Derain, Pablo Picasso, George Braque.

Hoy sus obras se exponen en muchos museos del mundo, en el Centro George Pompidou, en el MET (Metropolitan Museum of Art de Nueva York).

A pesar de su brillante y exitosa trayectoria como pintora, de haber triunfado y de haber vivido según sus propias normas, pocas personas conocen su nombre y su obra, a veces es mencionada como la madre de Maurice Utrillo, aunque sea considerada una de las pintoras postimpresionistas más importantes del mundo.

Un viaje psicodélico. Wes Wilson

Wes Wilson (Sacramento, 1937- Missouri 2020) fue un artista y diseñador que incorporó la psicodelia en su obra, especialmente a los carteles.

Eran los años sesenta, la época del espíritu hippie, del pacifismo, de la imaginación al poder. Todo era posible, se valoraba la Utopía y los jóvenes se manifestaban en contra de las guerras y las injusticias en el mundo. Él supo trasladar esa filosofía a sus posters.

Hizo su primer cartel en 1965 como protesta por la Guerra de Vietnam. En él unificaba las Barras y Estrellas de la bandera americana con la Svástica. Solo tenía escritas dos frases: Are we next? (¿Somos los siguientes?) y Be Aware (¡Mantente alerta!).

“Estoy muy contento de haber hecho algo muy significativo para expresar mi estupor y angustia como norteamericano acerca de ese costoso error ético que fue la guerra de Vietnam.”  W. Wilson.

El impacto que provocó, a pesar de su simplicidad, hizo de Wilson un símbolo, todos los que compartían sus ideas le encargaban proyectos. Músicos como Otis Redding, Jefferson Airplane, Grateful Dead… Incluso los Beatles le encargaron el póster para su último concierto el 29 de agosto de 1966 en el Candlestick Park de San Francisco.

Creó un nuevo estilo. Sus colores eran brillantes y muy contrastados los unos con los otros, el texto llenaba casi todo el espacio y las letras se retorcían, se curvaban dando la sensación de movimiento, de alucinación. Sus carteles te metían dentro de ellos, te hacían bailar. Mareaban.

Ese formato de fuente tipográfica no era casual, era algo intencionado. Wilson decía que esa confusión obligaba a la gente a pararse para leer y concentrarse en lo que se anunciaba.

Wes Wilson falleció a los 82 años en su granja de Leanne (Missouri). Su obra no solo fue pictórica, fue capaz de transmitir visualmente el espíritu de los años 60.

Hilma af Klint. Pintando para el futuro.

Este cuadro (The Swam, nº 10) fue pintado por Hilma af Klint (Solna,1862- Danderyd1944) en 1915, antes de que Kandinsky, Mondrian y Málevich fueran conocidos como los precursores del arte abstracto. Esta artista sueca nunca expuso en vida. No permitió que su obra fuera vista hasta después de veinte años de su muerte. Creía que no la entenderían, que sería ridiculizada. Hilma era una pintora figurativa. Tenía más de cuarenta años cuando empezó a pintar de una manera no convencional para plasmar lo invisible, lo que está en la realidad, pero no se ve.

La muerte de su hermana pequeña le hizo buscar respuestas en el espiritismo y en la Teosofía,(muy populares en su época). Fue en una de aquellas reuniones, junto a cuatro mujeres más (el grupo de Las Cinco) en donde recibió el encargo de «Los altos maestros» de transmitir el mensaje que había recibido de los Médiums. Así nació la serie «Los cuadros para el templo» 193 obras iniciadas en 1906 y terminadas en 1915.

“Los cuadros fueron pintados directamente a través de mí, sin ningún dibujo preliminar y con gran fuerza. No tenía idea de lo que se suponía que representaban las pinturas; sin embargo, trabajé de forma rápida y segura, sin cambiar una sola pincelada”.

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Con sus abstracciones retrata la dualidad, materia-espíritu, lo femenino y lo masculino, el origen del mundo.​​

Fue en 1986 cuando su obra se expuso por primera vez. Obtuvo un reconocimiento inmediato, así el mundo supo que Hilma había sido la madre del arte abstracto.

Todo tiene su espacio en el tiempo, pero a veces no coincide con la propia vida. Ella lo entendió, supo que nunca vería reconocida su obra, que tenía que esperar y no dejarse influir por el espíritu de la época y ser una creadora libre. Al fin y al cabo qué importa esperar veinte años ante la Historia y la Eternidad.

La danza del polvo en los rayos del sol

Vilhelm Hammershoi (Copenhaghe 1864- Copenhaghe 1916) fue un pintor simbolista danés. Su obra es intimista, austera en colores y escenarios. Hammershoi pinta el interior de su casa en más de sesenta ocasiones, las paredes, los muebles; y en ella a su mujer Ida, a su hermana y a su madre, pero sobre todo pinta la luz, una luz capaz de transformarlo todo y de transmitir sensaciones como la soledad, la nostalgia, la ausencia.

En sus cuadros plasma lo doméstico, el día a día, las cosas en las que nunca nos fijamos, pero que nos acompañan, como la luz del sol de la mañana. Sus personajes son tranquilos, están serenos, contenidos, leen, miran por la ventana. Así definía lo que pintaba: «Tengo cariño por las casas y los muebles viejos, por el carácter tranquilo que esos objetos tienen”.

Interior de Strandgade (1901)

Recrea los ambientes con apenas cuatro colores, sobre todo con el blanco, del que utiliza casi las cuarenta clases que se conocen: blanco abedul, alabastro, albino, luna, nácar, nieve, perla, tiza…

Aunque fue reconocido en su época su fama no perduró, sus cuadros se consideraban decadentes ante los cambios que estaba experimentando el arte a principios del siglo XX. Hoy en día vemos su obra en el Museo de Orsay, de París, en la Tate de Londres y en el Museo Guggenheim de Nueva York.

La danza del polvo en los rayos del sol (1900)

La habitación está vacía, no hay nada ni nadie. Las personas que moraban en ella ya se han ido, han recogido sus enseres, quizás para no volver jamás, pero el sol sigue entrando, sigue transportando las diminutas criaturas de la luz dentro de la estancia, casi se pueden oler y tocar. La vida sigue después de la ausencia, en ese polvo eterno, principio y final de todo.

No puedo evitar asociar el cuadro «La danza del polvo en los rayos del sol» con las palabras de Carl Sagan al ver la fotografía de la Tierra desde la sonda espacial Voyager.

Foto de la tierra tomada por la sonda espacial Voyager. Un punto azul pálido.

«Mirad ese punto, esta aquí; es nuestra casa, somos nosotros. Todo lo que amas, todo lo que conoces, todo aquello de lo que has oído hablar, todos los humanos que han existido han vivido ahí sus vidas. Todo el conjunto de nuestras alegrías y sufrimientos, miles de creencias religiosas, ideologías y doctrinas económicas, todos los cazadores y presas, todos los héroes y cobardes, todos los creadores y destructores de civilizaciones, todos los reyes y mendigos, todas las jóvenes parejas enamoradas, todas las madres y los padres, niños felices, inventores y exploradores, todos los profesores de moral, todos los políticos corruptos, todas las «superestrellas», todos los «líderes supremos», todos los santos y pecadores de la historia de nuestra especie han vivido ahí… en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol».

El 9 de marzo a las 8.39 en la tumba de Saskia

Saskia Uylenburg (Leeuwarden, 1612-Amsterdam, 1642) fue la esposa de Rembrandt. Su historia es romántica y trágica. Estaban muy enamorados, pero ella enfermó poco después de casarse.

Rembrandt la dibujó justo después de pedirla en matrimonio con la flor en la mano que le regaló.

Debajo del retrato él mismo escribió: «Este es el retrato de mi esposa de 21 años, a los tres días de nuestro compromiso. El 8 de junio de 1633”.

Saskia aparece en muchos de sus cuadros como modelo, en escenas cotidianas o representando figuras mitológicas. En muchos de ellos lleva en la mano una flor, símbolo de la felicidad conyugal.

Saskia disfrazada como Flora (1634)

Tuvieron tres hijos que fallecieron poco después de nacer y uno que sobrevivió: Titus. Saskia murió al año siguiente, tenía 29 años, se cree que a causa de la tuberculosis, y fue enterrada en la Oude Kerk de Amsterdam. Rembrandt acababa de terminar su obra «Ronda de noche». En el cuadro aparece un ángel junto a las dos figuras centrales que emite luz propia. Su cara recuerda mucho a Saskia. Después de su muerte estuvo años sin pintar.

Pero la vida sigue y el pintor tuvo que cuidar del niño. La sirvienta Hendrickie Stoffels, se convirtió en su nueva compañera. No pudo casarse con ella porque hubiera perdido los derechos sobre la herencia de Saskia, quizás no quiso. Hendrickie murió en 1662 y Rembrandt se vio obligado a vender la tumba de Saskia para poder pagar su entierro.

La tumba de Saskia está en la Oude Kerk, en un lugar oscuro, pero cada 9 de marzo a las 8.39 de la mañana un rayo de sol la ilumina. Para agradecer esa luz y recordar a Saskia, cada año ese día y a esa hora se reúne gente en las afueras de la iglesia y se celebra un desayuno al sol.

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