Antropología

ENTRE SÁBANAS

Lo primero que nos envuelve al nacer es una sábana. Qué poco pensamos en ella. En cómo la pudimos sentir aquella primera vez, si suave, fría, caliente, extraña, no humana…

Durante la vida la esencia de aquella sábana nos sigue acompañando en nuestros momentos más importantes, al nacer nos arropan, al enfermar nos consuelan, cuando hacemos el amor nos acarician, cuando damos a luz nos agarramos a ella y cuando morimos protegen nuestra mirada vacía de la vista de los demás.

De pequeños jugamos con sábanas, son mantos, casas, fantasmas, pantallas de cine.

De mayores podemos escribir nuestra vida en ellas como lo hizo Clelia Marchi https://wordpress.com/post/enelcampodelavanda.wordpress.com/14085, o cuando están muy gastadas convertirlas en trapos y usarlas para limpiar.

Incluso  hay sábanas «Santas» como la de Turin y cuadros de sábanas que hablan de soledad y de ausencia como los Stephanie Serpik, que son los que se muestran aquí. 

Pero lo mejor es que recogen nuestros sueños, nuestras pesadillas, nuestro sudor, así acaban siendo parte de nosotros mismos.

Este es un pequeño homenaje a un objeto en el que raras veces pensamos, pero que siempre está presente en nuestras vidas.

La casa en la mañana con la verdad revuelta
de sábanas y plumas, el origen del día
sin dirección, errante como una pobre barca,
entre los horizontes del orden y del sueño.

Pablo Neruda

» La tendencia que debería de pasar de moda… es dejar de meternos en las sabanas de los demás para dormir mejor en las nuestras“ .

Emily Spain

EN DONDE TODAS LAS BIOGRAFIAS SON VALIOSAS

En la localidad Toscana de Pieve Santo Stefano se encuentra el «Pequeño museo del diario». Un archivo con más de 10000 diarios que fueron depositados allí por personajes anónimos o por sus familiares para así dejar constancia de sus vidas.

La razón de construirse en una localidad con poco más de 3000 habitantes es conmovedora. En el pasado fue un territorio  próspero y hermoso (aún lo sigue siendo)  gobernado por Lorenzo de Médici que hizo florecer la cultura enriqueciendo su patrimonio con obras de la familia Della Robbia, Piero della Francesca y Ghirlandaio, entre otros.

Pieve Santo stefano

Pero Pieve Santo Stefano sufrió tres catástrofes de efectos devastadores.

La primera en 1855. Una inundación que asoló su territorio y que hizo que se perdiera su importante patrimonio y todos sus archivos.

La segunda en 1944 cuando las tropas alemanas minaron la población destruyendo a sus habitantes y a sus edificios.

La tercera y como golpe de gracia fue un terremoto, también en 1944 que hizo emigrar hacia el norte a las pocas personas que quedaban.

Pieve Santo Stefano perdió toda su historia, sus habitantes, sus obras, sus registros.

En 1984 un periodista y antiguo miembro de la Resistencia italiana tuvo una idea. ¿Por qué no crear en el pueblo un archivo para albergar las historias de los italianos “de a pie”?

Así se fundó el “Archivo Diarístico Nazionale”.

En 2013 se creó el “Pequeño Museo de los diarios” en donde se exhiben y se pueden leer o escuchar, las aportaciones más destacadas del archivo, también ver los manuscritos animados en las pantallas digitales y admirar los documentos autógrafos.

Un susurro de fondo acompaña el recorrido por la muestra. Es el  «susurro de los otros» , se dice que son las palabras de los protagonistas que Saverio Tutino , el fundador del archivo, escuchó salir de las estanterías mientras las iba llenando de diarios.

Una de las obras más famosas es una sábana nupcial en donde una campesina: Clelia Marchi escribió su biografía después del fallecimiento de su marido. https://wordpress.com/post/enelcampodelavanda.wordpress.com/14085

Hoy Pieve Santo Stefano es un pueblo orgulloso de su historia en donde se guardan no solo los recuerdos de sus antiguos habitantes sino de todo aquel italiano que quiera colaborar. Es un tributo a la memoria colectiva. ¿Por quién mejor que la gente corriente puede explicar la verdad?

Entréme donde no supe

Esta es una de las poesías más hermosas de la lengua castellana. Es de San Juan de la Cruz.

Su título original según el códice de Sanlúcar de Barrameda fue: “Coplas sobre un éxtasis de harta contemplación” es la descripción apasionada de un estado modificado de conciencia, un éxtasis, algo que supera las capacidades de vigilia de la mente normal para adentrarse en la conciencia pura.

ENTRÉME DONDE NO SUPE

Entréme donde no supe:
y quedéme no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

1. Yo no supe dónde estaba,
pero, cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba,
grandes cosas entendí;
no diré lo que sentí,
que me quedé no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

2. De paz y de piedad
era la ciencia perfecta,
en profunda soledad
entendida, vía recta;
era cosa tan secreta,
que me quedé balbuciendo,
toda ciencia trascendiendo.

3. Estaba tan embebido,
tan absorto y ajenado,
que se quedó mi sentido
de todo sentir privado,
y el espíritu dotado
de un entender no entendiendo.
toda ciencia trascendiendo.

4. El que allí llega de vero
de sí mismo desfallece;
cuanto sabía primero
mucho bajo le parece,
y Su ciencia tanto crece,
que se queda no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

5. Cuanto más alto se sube,
tanto menos se entendía,
que es la tenebrosa nube
que a la noche esclarecía:
por eso quien la sabía
queda siempre no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo.

6. Este saber no sabiendo
es de tan alto poder,
que los sabios arguyendo
jamás le pueden vencer;
que no llega su saber
a no entender entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.

7. Y es de tan alta excelencia
aqueste sumo saber,
que no hay facultad ni ciencia
que la puedan emprender;
quien se supiere vencer
con un no saber sabiendo,
irá siempre trascendiendo.

8. Y, si lo queréis oír,
consiste esta suma ciencia
en un subido sentir
de la divinal esencia;
es obra de su clemencia
hacer quedar no entendiendo,
toda ciencia trascendiendo.

San Juan de la Cruz

Pedro Salinas, el gran poeta, decía de la obra de San Juan de la Cruz: «No hay poesía más misteriosa en nuestra lengua». Desde luego tenía razón.

Curiosamente me recuerda la situación de pandemia en la que ahora nos encontramos. No va de eso la poesía, está claro, pero «Entréme donde no supe» y «A toda ciencia trascendiendo» me remite directamente a ello.

Para el gran místico es una situación magnífica y privilegiada el entrar sin saber y el plantearse situaciones que escapan a la ciencia. ¿Por qué no hacerlo nosotros ahora? ¿Qué somos los humanos para el mundo, cómo estamos incidiendo en él? ¿Por qué, para qué, estamos aquí? ¿Hasta cuándo el planeta dejará de tolerarnos como especie?

En la poesía de San Juan de la Cruz «Todo es lo que es y mucho más» (Jorge Guillen).

Tocar a un dios

En Perú está la cuna de la cultura Chavín (1500-300 ac), en la localidad de Chavín de Huántar. Dentro de un templo sagrado al que llaman “El castillo” que tiene forma de pirámide truncada está “El Lanzón”. Es un monolito de más de cuatro metros grabado con símbolos geométricos ancestrales al que ofrendaban la sangre  de las víctimas sacrificadas en su culto. El precioso fluido iba recorriendo todas sus formas confiriéndole el poder de la vida.

El Lanzón, no era un símbolo, no era una representación de la divinidad. Era Dios.

Estaba al final de un laberinto pétreo contenido en la pirámide real, iluminado por estratégicas aberturas en las paredes y por antorchas. Solo podía ser visto por los sacerdotes, quizás también por las víctimas en sus últimos momentos.

Hace muchos años pude entrar allí, verlo con la luz del fuego prendido en las paredes, igual que lo vieron ellos, oler sus piedras milenarias. Recuerdo que pensé, pobre dios, ahora se puede pagar a un guía para que te lo muestre y explique su historia. ¿Cómo puede creer alguien que una piedra es la generadora de la vida, la protectora del orden cósmico, la energía máxima?

El espacio en donde estaba era muy estrecho, a penas cabíamos  dos personas a su alrededor. A pesar de mi juventud y de mi escepticismo el ambiente era extraño, asfixiante, nadie habló dentro, ni tan siquiera el guía. Ahora voy a tocar a Dios, pensé, a ver qué se siente. Alargué el brazo, empecé a acercar la mano que se reflejó en el ídolo bailando con la luz de las candelas de la pared. La sombra de mi mano estaba en él, dentro suyo. No sentí nada, pero me fue imposible tocarlo.

Para poseerlo, para retenerlo de alguna manera en mi, le hice una foto, una foto que salió mal, movida, desdibujada por la poca iluminación y la precariedad de la cámara. Ayer la encontré en un álbum antiguo. No, no pude tocar al dios, pero él me regaló algo. Al ver y tener en las manos aquella imagen volví a estar en Perú, volví a oler el templo, la sangre que corrió por sus grabados, el peso de la mochila en mi espalda, volví a tener veinte años.

RANGOLIS. Protección y Bienestar

El origen la palabra «Rangoli» proviene del sánscrito «rang» que significa color y «aavalli» enredadera.

Esos dos elementos se combinan creando una expresión artística que aporta bienestar a todo el que lo contempla y que sirve de protección ante el mal.

Se hacen con pétalos de flores, harina, semillas o arena coloreada. Es un arte efímero que transmite la idea de fragilidad y de provisionalidad de la vida.

Cuenta la leyenda que un sumo sacerdote cayó en la más profunda tristeza tras la muerte de su hijo y que oró a Brahma pidiéndole que devolviera la vida al niño. Brahma conmovido por su dolor pidió a una mujer que dibujara en el suelo el retrato del pequeño, sopló sobre él y resucitó al niño. Así nació el primer rangoli.

Hoy en día los dibujos se realizan a la entrada de las casas para protegerlas de las desgracias y como saludo a los huéspedes. Normalmente los crean las mujeres.

Es una tradición que ha ido pasando de generación en generación porque con la armonía de sus formas y colores reduce la energía negativa y atrae a la buena suerte.

También se dice que empezaron a hacerse porque al barrer el piso de las casas o cubrirlo con estiércol se formaban líneas disarmónicas que rompían los flujos energéticos.

Recuerdan mucho a las estructuras fractales, una figura que se repite formando un todo sin principio ni fin.

Como esta poesía de Rabindranath Tagore:

SERVIR

«Dormía, y soñaba
que la vida era alegría.

Desperté, y vi
que la vida era servicio.

Serví, y vi
que el servicio era alegría.»

«No hay paz que no pueda hallarse en el momento presente».Tasha Tudor

Tasha Tudor (Boston, 28 agosto 1915- Vermont, 18 junio 2008) fue una ilustradora de cuentos infantiles que decidió vivir en la naturaleza y con los recursos del pasado.

Tasha Tudor. Ilustración Laura in the snow.

Hilaba sus propias ropas, sembraba sus hortalizas, ordeñaba a las cabras. Vestía faldas largas con delantales y cofias. Fue descalza, siempre que pudo, hasta el final de sus días. Cambió su nombre por Tasha en honor a Natasha Rostova de Guerra y Paz, y Tudor que era el apellido de su madre.

Desde muy pequeña adoraba los objetos antiguos y bellos, los cuales representaba en todas sus pinturas, así como las flores, que enlazaba en guirnaldas dotando a sus dibujos de una delicada feminidad con aires de otros tiempos.

En 1944 publicó su primer libro «Mother Goose» que le permitió comprarse y restaurar una granja antigua y vivir según sus deseos. Publicaría cien más, así como numerosas tarjetas postales (más de cuatrocientas) que le darían fama mundial.

«Hoy en día la gente está tan abatida. Si tomaran un té de manzanilla y pasaran más tiempo libre por la noche disfrutarían más de la vida».

También confeccionaba cestas, marionetas y muñecas y hacía representaciones teatrales para su familia. Se han hecho varios documentales de su vida, el primero en 1957 fue: The Golden Key: Enter the Fantasy World of Tasha Tudor.

«La manera más básica y poderosa de acercarse a una persona es escuchándola».

Fue un emblema del romanticismo rural. Dedicó su vida a la belleza y a la sensibilidad, a la jardinería y a sus perros Corgi, de los que decía tenían mirada de persona y enseñó a vivir de otra manera, más ligada a la tierra, a la familia y a las cosas sencillas y entrañables.

«A pesar de todas las contaminaciones y horrores, qué hermoso es este mundo».

«Suponiendo que solo vieras las estrellas una vez al año, piensa en lo maravilloso que es el mundo».

Orgasmos cerebrales

También se llaman ASMR  Autonomous Sensory Meridian Response, «Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma». Es una sensación en la piel, como de hormigueo, que normalmente empieza en el cuero cabelludo y va recorriendo la parte posterior del cuello y la columna vertebral. Produce una ligera sensación de euforia y relajación, normalmente se desencadena por estímulos ​auditivos con determinados tipos de voces en tono bajo y con susurros. A veces también con estímulos visuales como el observar gente manipulando objetos suavemente.

La ciencia lo compara con el efecto euforizante y placentero de los primates cuando se asean o de despiojan unos a otros que no solo sirve para estar limpios sino para establecer lazos afectivos entre ellos y aumentar el instinto de supervivencia.

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Como cuando alguien te cepilla el pelo o te hace trenzas

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Es una sensación que tienen muchas personas, pero que quizás no han comentado nunca con los demás por ser algo que se considera trivial o intimo, aunque no todo el mundo puede experimentarlo.

En una serie de televisión americana sobre el arte «The joy of painting· presentada por el pintor Bob Ross, se observo que inesperadamente provocaba esos efectos en los oyentes de una manera totalmente no intencionada.

Es un vídeo interesante, también por ver cómo realiza la obra pictórica el artista. Por su supuesto no a todo el mundo le provoca ASMR, depende de las sensibilidad de cada uno. 

También se produce al oír algunos sonidos cotidianos. Hay personas que se dedican a realizar vídeos que duran horas para provocar ASMR. Casi todos empiezan con una voz, masculina o femenina susurrante que a veces lo hace parecer poco serio, pero en las personas que pueden experimentarlo ayuda a reducir la ansiedad o a mejorar el insomnio.

No es algo nuevo. En la literatura también hay ejemplos de ello.

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En la novela de Virginia Wolf «La señora Dalloway» hay una descripción que podría compararse al efecto ASMR cuando una enfermera habla a su paciente: «…profundamente, suavemente, como un órgano suave, pero con una voz áspera como la de un saltamontes, que raspaba deliciosamente su columna vertebral y la enviaba corriendo hacia las ondas sonoras de su cerebro».

Sin duda es una buena definición de ese estímulo sonoro, de esa sensación placentera  que puede compararse a un orgasmo sentido en el cerebro.

 

Los pueblos sin leyendas se mueren de frío

Oimiakón es un pueblo ruso de la república de Sajá considerado el más frío del mundo. En invierno se pueden alcanzar fácilmente los 56 grados bajo cero. Está a 7000 kilómetros al nordeste de Moscú y cuenta con poco más de 460 habitantes.Resultado de imagen de oimiakonLa dieta de su población se basa en carne de reno, caballo y pescado. Para pescar es necesario hacer agujeros en el hielo y acceder a la fuerte corriente del río Indigirka. Los peces tardan menos de un minuto en congelarse al ser pescados.
En el subsuelo de la región hay grandes reservas de petroleo, gas, carbón, oro, plata  y  en él se encuentran el 20% de los diamantes del mundo.
La república de Sajá-Yakutia es seis veces más grande que España pero cuenta con menos de un millón de habitantes. En invierno a penas tienen tres horas de luz al día.Enclave únicoEs peligroso usar cierto tipo de gafas de sol y tocar objetos metálicos en el exterior sin guantes porque las bajas temperaturas hacen que la piel se adhiera a ellos  siendo muy difícil desprenderse después.Densidad de población

Pero sus habitantes se han reinventado fomentando los deportes de riesgo extremo.

Oimiakón es un sitio en donde es muy difícil vivir, pero a pesar de todo muchos de sus pobladores sobrepasan los cien años. Es un pueblo vivo que tiene una leyenda:

Se cuenta que Chysjaan, un personaje que viene de los hielos, cada año surge del océano Ártico y que con su respiración va llevando el frío a la tierra. Así se inaugura y se bendice la llegada del invierno. Sus habitantes saben si el invierno será duro mirando la longitud de sus cuernos. Luego ‘El señor del frío» inaugura el árbol navideño de la aldea y se retira a su morada.

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Ya lo dijo el célebre historiador y filólogo francés G. Dumézil (1898- 1986) estudioso de las sociedades y las religiones indoeuropeas:

 «Los pueblos sin leyendas se mueren de frío».

Turismo extremo
.

 

Los que no se fueron

Hay un pueblo bellísimo de la sierra de Francia en Salamanca que está tapizado de retratos de personas. Es Mogarraz.

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Está en el Parque Natural de Las Batuecas y gracias a su aislamiento geográfico ha conservado intacto su encanto de villa medieval a través de los años.

Pero hoy además de por sus características arquitectónicas y paisajisticas es admirado porque en las paredes de sus casas están pintados muchos de sus antiguos habitantes.

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Todo empezó en 2012 con la exposición Retrata 2/388, un proyecto artístico de Florencio Maíllo.

Trescientas ochenta y ocho pinturas sobre chapas metálicas  reutilizadas, con las que antaño sus habitantes protegían las casas de las inclemencias climatológicas; fueron realizadas con la técnica de la encáustica, que consiste en mezclar cera caliente como  aglutinante con los pigmentos cromáticos para así resultar más densa y resistente.

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Florencio usó como referencia cada una de las imágenes que tomó Alejandro Martín en el otoño de 1967 cuando fotografió por encargo, frente a una sábana blanca en la bodega de sus padres, a casi toda la población mayor de edad de Mogarraz  para hacerse el carnet de identidad. El fotógrafo era un aviador del Ejército que años después se convirtió en el primer alcalde de la democracia de la localidad.

La muestra de Florencio Maíllo quiso homenajear a todas aquellas personas que en su mayoría no emigraron de la localidad.

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Cada cuadro de la obra está colocado en donde vivían sus protagonistas cuando fueron fotografiados o en donde residen actualmente. Los que no tenían casa propia o tuvieron que venderla recubren los muros de la iglesia.

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Cuando acabó la exposición el artista regaló los cuadros a los vecinos  pero ninguno de ellos quiso descolgarla de las fachadas de sus casas. Incluso otras personas del pueblo quisieron ser pintadas. Hoy son más de seiscientos retratos los que habitan el pueblo como testigos mudos del presente y del pasado.

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La nostalgia del sol en los terrados,
en el muro color paloma de cemento
—sin embargo tan vívido—y el frío
repentino que casi sobrecoge.
La dulzura, el calor de los labios a solas
en medio de la calle familiar
igual que un gran salón, donde acudieran
multitudes lejanas como seres queridos.
Y sobre todo el vértigo del tiempo,
el gran boquete abriéndose hacia dentro del alma
mientras arriba sobrenadan promesas
que desmayan, lo mismo que si espumas.
Arte Poética (J. Gil de Biedma)

 

Las calaveras pintadas y la copa de Lord Byron

En todas las civilizaciones desde tiempos inmemoriales ha habido un culto a los restos humanos, unas veces por respeto a los antepasados, por superstición, como reliquias poseedoras de capacidades sanadoras; otras, algo más lúgubres, apilando los huesos en osarios y formando composiciones artísticas, incluso lámparas para la decoración de una iglesia como esta en Sedlec (República Checa).
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En el pequeño pueblo de Hallstatt (Austria) junto a la iglesia de Santa María se encuentra la Karner Beinhaus o casa de los huesos. Allí se guardan infinidad de calaveras decoradas, la mayoría de ellas datan de antes de 1890. 
Cuando los restos del fallecido eran exhumados los cráneos eran limpiados y pintados con diversos motivos, flores, serpientes, cruces, etc.
El mismo sepulturero se encargaba de decorarlas. 
Casi las dos terceras partes de las calaveras pintadas eran de hombres. Esto se debía en parte al hecho de que las mujeres solían vivir más que sus esposos, por lo que podían ocuparse de sus restos. En cambio la calavera de una viuda se dejaba a cargo de los hijos u de otros parientes que no estaban tan dispuestos a pagar para que la decorasen.
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Para poder exponer el cráneo allí, se debían cumplir dos requisitos, ser natural del pueblo y haberlo dejado escrito en el testamento. La última incorporación es del año 1998.
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Otra historia que llama la atención es la de la existencia de una copa que mandó hacer Lord Byron con la bóveda de un cráneo humano. Lo encontró en la Abadia de Newstead en su época de estudiante y le encargó a un orfebre que la puliera y le añadiera una inscripción. Con ella celebraba sus brindis en las cenas estudiantiles y durante los «festines poéticos»
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He aquí la poesía que compuso para ella:
Espera, no creas que mi espíritu huyó.
Contempla en mí a la única calavera
de la que, al contrario que de una cabeza viva,
nunca salen tonterías.
Yo viví, amé y bebí con placer, como tú.
Y ahora estoy muerto. ¡Que la tierra renuncie a mis huesos!
Tú lléname, no puedes ofenderme,
Pues el gusano tiene labios aún más viles.
Mejor es contener chispeante uva
que albergar a la viscosa cría del gusano;
mejor es abrazar como copa
bebida de dioses que ser comida de reptiles.
Donde quizá alguna vez brilló mi ingenio,
hazme brillar para otros,
pues cuando desaparecen los sesos, ay,
¿qué sustituto puede existir más noble que el vino?
Bebe ávidamente mientras puedas.
Cuando tú y los tuyos, como yo lo fui, seáis aniquilados,
quizá otra estirpe te salve del abrazo de la tierra,
escriba versos y se deleite con los muertos.
¿Por qué no? Ya que durante el breve día de la vida
nuestras cabezas engendran efectos tan tristes,
una vez limpias de gusanos y sucio barro,
al menos pueden ser útiles.
«Lines inscribed upon a cup formed from a Skull (1808)».
Lord Byron