Todas las mañanas del mundo

Todas las mañanas del mundo

«Todas las mañanas del mundo son caminos sin retorno»

Noche de verano en el monasterio de Poblet. El concierto está a punto de empezar, las entradas están agotadas hace semanas, se han tenido que añadir varias filas de sillas en el refectorio para poder acoger a más gente.

La ocasión lo merece, Jordi Savall con su viola de gamba del siglo XVII tocará la música de Sainte-Colombe, de Marais y de Couperin, tan famosas gracias a la pelicula «Todas las mañanas del mundo».

Es una conjunción de Ases, un póker sublime: Los músicos de la corte de Luis XIV,  La pelicula de Alain Corneau , el libro de Pascal Quignard  y Jordi Savall con su viola de gamba de siete cuerdas original, fabricada por Barak Norman, uno de los más famosos luthiers de Londres en 1697.

El libro es una pequeña maravilla, pequeña porque tiene 103 páginas, maravilla porque a través de las palabras llega al corazón de la música.

Empieza así:

En la primavera de 1650 la señora de Sainte Colombe murió. Dejaba dos hijas de dos y seis años de edad. El señor de Sainte Colombe jamás se consoló de la muerte de su esposa. La amaba. Fue en esa ocasión cuando compuso La tumba de los lamentos…

 

La música es un lenguaje, un lenguaje que puede devolver la vida a los muertos. Es el testamento vital de Sainte Colombe que cede sus secretos y parte de su música a Marin Marais.

Estas son parte de las Folias de España de Marin Marais.

 Jordi Savall copió a mano en una vieja partitura del s. XVII la obra de Sainte Colombe «Les Pleurs» y se la regaló a Pascal Quignard cuando se empezó a rodar la película de Alain Corneau. Le puso esta dedicatoria:

«Para Pascal como recuerdo de un sueño».

A veces, los sueños trascienden la noche que los acoge.